domingo, enero 15, 2017

Todas las caras de la violencia




 El pasado 25 de noviembre se celebró el Día Mundial contra la violencia de Género.  Los informativos de España ilustran la onomástica con la sobrecogedora paliza que le da un chico ucraniano a su novia. Lo graban las cámaras de seguridad del edificio. La chica no denuncia pero los vecinos sí. Como cantaba Tina Turner ¿Qué tiene que ver el amor con esto?

 Pero la violencia también se ejerce de forma sutil. La palabras es una forma terrible y machacona de violencia. Estigmatizar a alguien por sus errores del pasado y hacerle pagar toda la vida es una venganza tan cruel que duele más que los moretones, las patadas en el suelo, los tirones de pelos y las ostias a manos llenas. Esta violencia está tan presente que asusta. Se cuela tan disimuladamente en los titulares de noticias, en los corrillos de los compañeros de trabajo, entre colegas o entre personas que apenas conocen al señalado, que pasa desapercibida. Lo peor de todo es que muchos somos  co-partícipes de ella.

 Nadie debería morir a manos de otra persona, sea del género que sea pero, indiscutiblemente, por in-cultura, por fortaleza física o porque, todavía, en muchos lugares del mundo la mujer es considerada algo no-humano, con lo que se puede traficar, jugar, romper y atacar, la mujer, decía, es diana de caprichos y juegos porque no habrá consecuencias. La mujer es menos que nada.

 Hagamos recuento. En nuestro país, a día de hoy, han muerto 39  mujeres a manos de sus parejas, ex parejas. Personas que, se suponía, las amaban. Como cantaba Malevaje: No me quieras tanto, quiéreme mejor. Más de la mitad habían denunciado su situación. En México mueren 7 personas al día. Muchas de esas personas son mujeres que viven en Ciudad Juárez y cruzan la frontera para trabajar como maquiladoras.

Se estima que en las últimas dos décadas alrededor de 1.500 mujeres fueron víctimas de feminicidios. En el mundo, el 35% de las mujeres han sufrido o sufren algún tipo de violencia de género según la ONU. Hay más 700 millones de “niñas-novia”: mujeres casadas antes de llegar a la edad adulta; 200 millones de víctimas de mutilación genital femenina; 120 millones de mujeres violadas en algún momento de su existencia.

En Brasil, 47.000 agresiones sexuales al año, una cada 11 minutos. 25 millones de mujeres agredidas en Europa Sin palabras. O sí, yo utilizaría la palabra pandemia. O lo titularía: cómo ser mujer y no morir en el intento. Sin ironías de ninguna clase.

 Y ahora pongamos el foco en esa pareja-ejemplo con la que nos ilustraban los informativos. Porque la violencia es terrible pero que tu verdugo sea alguien a quien amas, en quien depositas tu confianza, crea un caos en la vida emocional de cualquiera. En este caso es una pareja pero hay muchos más tipos de relaciones.
El vínculo hace más dolorosa la violencia. El estrés sufrido durante, antes y después crea incredulidad, desconcierto y desconfianza en el mundo, en la vida. Y no olvidemos ese escudo protector que ostentan tan saludablemente otras personas y que en las víctimas del maltrato ha desaparecido: la autoestima. La reconstrucción tras el bombardeo de insultos, humillaciones  es ardua tarea.

El miedo, el terror que ocasiona el agresor en sus víctimas las paraliza y predispone para caer de nuevo en las garras de los depredadores emocionales y sexuales. Ante un desgarro semejante sólo existe un arma eficaz: la del amor propio. Despertar y ser sensibles y valientes ante los posibles abusos e impedirlos. En otras palabras: ser corazón de león.

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