lunes, agosto 11, 2014

Machito español




Un lector me pidió que escribiese sobre ejemplares en vías de extinción. Ese ser con pelo en pecho, cadenas, camiseta abanderado y barrigón. Ese ser, que podemos denominar manolazo, o el tío typical spanish. Mis lectores tienen claro quiénes son ellos. Hacen el amor con calcetines y se les encienden sospechosas aplicaciones de móvil al llegar a los puticlubs de carretera; una mezcla de Torrente y el personaje tantas veces interpretado por Alfredo Landa, enloquecido por las suecas en aquellas pelis de los años 60.
Algunos sostienen que el Typical Spanish de hoy es lo peor de lo peor: el corrupto, el especulador, el ligón que acostumbra a ir con mujeres florero, que grita en playas atestadas, que bebe tinto de verano con compulsión y, por supuesto, cerveza. Litros y litros de cerveza.

Me tenéis que disculpar. Yo lo veo de otra manera. No, nunca me ennoviaría con un typical spanish, de hecho nunca lo he hecho, siempre he tenido novios medio guiris, o con pinta de tal, o algo frikis pero, no sé, yo veo a estos ejemplares con cierta ternura. Recuerdo los anuncios de Fundador ("Es cosa de hombres"); de Brummel ("En las distancias cortas es cuando un hombre se la juega"); o de Varón Dandy y en la ingenuidad de estos supuestos trolls, ogros consentidos, gritones y petardos. Un trago los hacía poderosos y una colonia, irresistibles.

Imagino las reuniones de familia donde siempre encontraréis un cuñao de este estilo y os digo: ¿Qué sería de nuestra indiosincrasia sin ellos?; ese tocarse las pelotas, esos haikus sonoros que les sirven para todo: "Ya ves", "Aquí", "Ya te digo" o el más moderno "Pues va a ser que no"; esos trucos para conquistar que no conmueven ni a un chicle; ese perrito con cabeza de muelle del coche; ese "pasa torito, ay torito guapo", que suena a toda pastilla mientras conduce con una mano en el volante, la otra fantaseando con un muslo que jamás se comerá y un palillo en la boca. Qué penica.

Nada que ver con los modernos canis, una mezcla de rapero de extrarradio y bailarín de reaggeton con serrín en la cabeza.


Dejad vivir al machito español, vestigio de nuestro pasado reciente.

viernes, agosto 08, 2014

Algún día recordaremos esto




Algún día recordaremos esto. Nos reiremos de nuestras locuras. Entrar en mi casa en el asiento trasero del coche escondido bajo el protector de sol del parabrisas. Tus tonterías de ponerte una barba de rabino para pasar desapercibido. Mis risas. Y ese "me encanta oírte reír" .

Algún día recordaré tu hermoso cuerpo junto al mío. Nuestros abrazos tan sinceros, nuestros latidos tan sinceros. Los nervios y la ansiedad ante cada encuentro. ¡Yo quiero dártelo todo y siempre tenemos tan poco tiempo! Pero cada segundo cuenta, cada instante conversado, sentido, amado es imprescindible y único.

Algún día recordaré ese ¡Cuánto te quiero! aparcados en un polígono un domingo por la tarde. Esos sitios a los que hay que recurrir ante otras posibilidades. Algún día recordarás tu urgencia con placidez. Y tu miedo. Y tu vencer al miedo.

¿Quién sabe que nos depara el destino? Pero sé que tú y yo recordaremos esto, esta locura, este principio tan complicado y una lágrima asomará a nuestros ojos. Porque esto es la vida. Porque tú y yo estamos vivos. Nuestra piel siempre responde. Dudo que alguna vez se extinga el fuego. Es la magia de tu cuerpo, del mío. 

Tú recordarás esos días de ardor, los otros de la tenura. Mi infinita paciencia (Yo que siempre fui tan impaciente). Tus infinitos inventos para tratar de hablarme, de verme (Tú que nunca, nunca hacías estas cosas). Porque el amor es así. Caen viejas reglas, se crean otras nuevas. .

Las mariposas en el estómago son incómodas. Las pesadillas, los miedos, la incertidumbre pero son síntomas de lo afortunados que somos. 

Espero recordar y vivir al mismo tiempo.



domingo, agosto 03, 2014

Spornosexuales








Dan Osborne, conocido por participar en un Reality, ejemplo de Spornosexual, según el creador del término


Ya tenemos nueva palabreja para este verano. Su inventor es el mismo que acuñó aquello de metrosexual allá por el año 1994, se llama Mark Simpson. Pues bien, según Mark, nos encontramos con un nuevo espécimen masculino: el spornosexual. ¿Quién es?¿A qué dedica el tiempo libre? Básicamente a hacer deporte. Según Simpson, es este tipo de ser --fetichizado de sí mismo-- se pasa el día metido en el gimnasio,  valora mucho más el cuidado de su cuerpo que de su ropa y como se quiere tanto ¿Para qué va a malgastar un minuto en ligarse una chica o a un chico? No, nada de eso. El spornosexual consume porno, básicamente.

Lo veréis en las redes sociales porque llaman la atención: se hacen muchas fotos ligeritos de ropa para demostrar su palmito pero ahí siguen: envueltos en su cápsula perfecta de musculitos, depilaciones, aceites untuosos, bronceados de cabina y más sólos que la una. ¡Ay, bendito! ¡Qué desaprovechamiento!.

El spornosexual inteacciona con su móvil, sus espejos y todos sus afeites. Entre pesas y pajas pasa su vida.  Podéis meter en este saco a algunos de esos horribles participantes de Gandía Shore que sólo tienen cuerpo y nada más; esto es: tipos vulgares, que no han leído un libro en su vida, primarios y permanentemente sexualizados. Un puñado de carne con ojos, vaya

Me parece demoledor, triste y hasta apocalíptico. ¿Cómo es posible que nadie prefiera consumir porno, masturbarse en soledad a mantener una relación de verdad con otra persona?

Me encanta que los hombres se cuiden. Me encanta admirar la belleza masculina pero puesto que el sexo está en el cerebro, no me atraen nada los spornosexuales. Me imagino sus sábanas solitarias apestando a semen por las mañanas. Me imagino sus cabezas inundadas por la imagen de sí mismos. Un tío que no es capaz de salir de su burbuja y practicar la empatía es a la postre es mortalmente aburrido. Y no te hará reir.


Vale, estos spornosexuales, una vez subidos al carro de la fama, tendrán todo el sexo que se les antoje sin implicación emocional, tendrán los brazos más fuertes que tú, ganarán más que tú pero piensa, pensad amigos masculinos, que son flor de un día.

                                      


lunes, julio 28, 2014

Agua





Friego los platos con mi bikini negro. Tiene unas cuantas temporadas pero me encanta. Es semi-tanga por detrás y deja ver el trozo justo de culo para darle una forma redondeada, suave. Me salpica el agua sobre el ombligo. Son pocos vasos me digo. Pero entonces llegas tú. Te colocas justo detrás. Susurras mi nombre en el oído y comienzas a meter tu mano delante de la pieza delantera del bikini. La otra se escapa hasta el pubis. "Cómo se puede ser tan sexy en una cocina". Me besas el cuello. Sabes lo que me gusta. Aprendes rápido. 

Yo sigo a lo mío, intentando no inmutarme pero una pequeña inundación se abre entre mis piernas. Siempre es así contigo. Es el amor, me digo. Tanto amor, que soy un río que corre caudaloso, libre hacia ti. Me mantengo firme, a pesar de que tus besos se pasean por mis brazos, por el hueco justo entre el cuello y el esternón. Y el agua sigue corriendo, fregadero abajo. Y yo, inmovilizada. Recuerdo aquella escena de El Paciente inglés cuando acaricias esa parte de mi anatomía. Escotadura supraesternal, se llama. Te lo aclaro entre suspiros. Mi respiración comienza a entrecortarse. Volverás a dejarme sin aliento, muerta de sed y le seguirá esa otra sed. Más sed de tu boca, de tus manos, de ti. "Tu boca me vuelve loca". Te canto nuestro tonto pareado.

Me das la vuelta. Cierras el grifo: "¿Qué es eso de malgastar el agua?". "En El paciente inglés el protagonista bautiza esa parte del cuerpo como el Bósforo de Almasy", te sigo explicando. Tus labios me vuelven a callar y tu mano dibuja, se recrea en ese triángulo que palpita como tu  sexo, como el mío. Abro mis labios. Abro mi cuerpo. Nuestras lenguas juegan una danza muy húmeda y siento tu miembro dispuesto para mi, como siempre. 
La sonrisa cómplice, nuestra sonrisa, nuestras sonrisas. Agarras mi culo. "Este culo, qué culo", exclamas en voz alta.


Mis manos dibujan tu torso, levanto la camiseta y la lengua se pasea alrededor de tus pezones. Erizo tu piel. Me liberas de la parte alta del bikini. Y comes de mi pecho. Y ya no me dejas seguir. Me invades. Eres un colonizador muy hábil. Me rindo sin demasiada lucha. Y bajas hasta mi pubis y lo llenas con esa dulzura tan propia de ti. Me miras desde abajo con picardía. Tiemblo entera. Pero quiero ver tu cara, tus ojos verde turbio frente a los míos. El sabor de mi amor en tu boca. Qué rico es todo esto. Te digo.

Me elevas en brazos, me colocas sobre el fregadero. Se quiere clavar el grifo en mi espalda pero logramos esquivarlo. Igual que esquivamos los miedos, igual que esquivamos las ocupaciones, los quehaceres para encontrar nuestros momentos. Estos momentos que nos dan la vida. Y me follas muy despacio. Es delicioso. Me fijo en tus fuertes hombros.  Mi boca se amarra a tu cuello. Es una tabla fuerte, preciosa, a la que me aso antes de naufragarte y naufragarme. Me contraigo por dentro. Te atrapo por dentro y suspiras tú. Te abandonas tú. Es una espiral de placer y belleza. Me sorprende lo guapo que eres. Me sorprende que tú me sientas tan especial. Y que no pares de alabar mi anatomía.


Sin querer, el grifo vuelve a abrirse. "¿Qué es eso de malgastar agua?", te digo

Alejandro Fernández. Tan bello, tan frío



Alejandro Fernández es tan impecable que le cuesta emocionar y emocionarse. Es un cantante elegante, comedido, perfeccionista. Sinceramente, eché de menos algo más de pasión en el escenario porque cuando uno va a un concierto de un artista mexicano espera eso: sol, alma, pureza. Y sí que había de todo eso, todo cuidado al máximo detalle. Los retroproyectores con imágenes de vaqueros y mariachis, el imponente escenario móvil, las pantallas gigantescas que nos devolvían a este hombre guapo, de aspecto extremadamente cuidado, con su barba de tres días y esa percha de impresión. Pero, a lo que iba, era como una fiesta de músicos donde se divirtiese él sólo. Sus dos pinganillos eran suficiente para él. Para mi no. Eso sí, todo irreprochable, de una perfección algo fría. Ah, y esa chaqueta gris del comienzo, lo peor del mundo: horrorosa, horrorosa.

Es inevitable comparar a Alejandro Fernández con Luis Miguel. Ambos son dos grandes artistas pero el segundo siempre mucho más. Y, personalmente, aunque no sienta mucha simpatía por ninguno de los dos, Luis Miguel siempre me ha emocionado en los conciertos. Traspasa la batería, está más vivo, se entrega. Alejandro es otro estilo. Desde luego, viste el charro mexicano como nadie. Es imposible tener más apostura en un escenario. Todo él era una estampa sobresaliente pero, volvemos a lo mismo, algo fría.

El show en sí, no decepciona. Las versiones de Nino Bravo, de Julio Iglesias y de Miguel Gallardo fueron de lo mejor de la noche. El sólo de trompeta del brillante Isidro Martínez Villanueva (Gracias a Marta Barbón Suárez por la aclaración) en “Abrázame” uno  de los mejores momentos del concierto. El pequeño acústico que se marcó con sus grandes éxitos, también y, por supuesto el imponente mariachi. Ellos pusieron la pasión, el ardor que le faltó al potrillo de México.

Se me ocurren varias cosas al hilo de este concierto y otros similares. No entiendo por qué hay que presenciar estos shows de pie. Este tipo de recitales de artistas que no dejan de ser cantantes melódicos es para verlos sentados. No entiendo por qué no estaban abiertos todos los aseos portátiles (imagino que porque había bastante menos gente de la esperada). Esa zona vip casi desierta que alejó al artista del público general me pareció un detalle feo. No me gustó nada. Así como algunas de las fans de AF, qué poca clase.

Me gustaría pensar que el artista no pasa por un buen momento porque es una pena que esa voz aterciopelada y perfecta, que esa puesta en escena y esa galanura se queden siempre detrás de las bambalinas.  A Alejandro Fernández lo he notado muy paradito, inflexible, extremadamente profesional. A ratos, un poco zombie ¿Qué es eso de no quitarse ese espanto de chaqueta durante medio concierto con el tremendo calor que hacía?
Como dice una amiga, lo perfecto es enemigo de lo bueno. Y este es un ejemplo clarísimo.
¿He dicho que el montaje del escenario era espectacular?

domingo, julio 27, 2014

Dormir contigo



Una pareja alcanza cierto grado de madurez cuando dejas de oír roncar al otro. ¿Pero yo ronco?, te preguntarás clavando tu pupila en mi pupila del color de la Coca-Cola: pues sí, creo que todos lo hacemos. Dormir en sí tiene poco de sexy. Se nos abre la boca, se nos cae la baba, hablamos en sueños,  pataleamos. Mucho peor son esos que duermen boca arriba y no se cantean un milímetro en horas.

Cierto, si de pronto un día te despiertas con frío, ganas de ternuras o de sensaciones más fuertes, ahí tienes otro cuerpo, dispuesto para ti pero ya sabes que el aliento no olerá a brisa marina precisamente. El ser humano es así de asquerosillo.

Dicen los expertos que hay que dormir desnudos.  ¡Hala, que corra el aire! Los espermatozoides estarán más contentos y nosotras tendremos menos bacterias. Además, evitar temperaturas muy altas favorece la producción de melatonina, hormona de la juventud, y de la HGH, esencial para la reparación ósea y muscular. También se elevan nuestros niveles de cortisol, lo que ayuda a regular la tendencia a aumentar de peso y el envejecimiento.

Bajo mi punto de vista, dormir desnudo es algo muy sensual. Notas tu cuerpo, notas el roce con las sábanas y predispone a un despertar de los sentidos. Esto no lo dice ningún estudio, lo digo yo y quizá sea una apreciación subjetiva pero aquellos que amamos los olores, la dicha de tocar, morder y arañar, hallamos un placer único en ese órgano sexual que es toda nuestra piel. Estar en la cama sin ropa es otro placer más.  Por eso también huyo lo que puedo de las fibras sintéticas. Ahí estamos, en la plenitud de nuestros años pero rodeados de felpas, acrílicos y lycras. No, hombre, no.


Lo de "dormir contigo" tiene su gracia.  Es encantador acompasar tu respiración a la del otro pero llega un momento en que te hormiguean los brazos, el otro se duerme como un tronco, pesa como un tronco y acaba, sí, roncando como un tronco maléfico en tu oreja. Fin de la estampa romántica.  Hay que estar muy tonto y enamorado para que todo eso no te importe. ¿Amor significa no escuchar los ronquidos? Probablemente.

Carrousel




Me inunda la mente
aquella luz anaranjada,
la estancia inocente,
el improvisado sofá-cama

La luz del mediodía que dibujaba
nuestras siluetas desde
la espalda.
Contornos de pasión, sudor.
Contornos de la dicha.
Tu amor, mi amor.


Me inundan la mente
tus palabras: diosa, me decías.
Feliz de volver a tu
volcán.
Me inundan la mente tus
sacudidas. Cuanto amor,
decías.

Los te adoro mutuos,
las locuras, los inventos,
la sed y el sueño.
Tus confidencias.
Eres tan sexy, me decías.
Eres un espectáculo.
Pero te da miedo decir
eres mía.

Me inundan la mente los besos,
tus besos, nuestros besos,
qué conjunción de maravilla.

Me inundas toda, al pensar
en ti. En la mañana, cuando paseo
a solas, cerca del mar.
Tan llena, sí.
Ruedo en el carrousel de tus días.

Me inundan las risas, nuestras risas.
Las confidencias, las caricias.


Pienso en tus miradas una vez saciado.
Nuestros abrazos. La verdad preciosa
de las almas.
Este carrousel de delicias

La felicidad existe.


La felicidad es frágil, lo sabemos.
No pensemos en ello,corazón,
no pensemos en ello.

Me vuelves loco, me decías.

Y tiemblo al recordar cómo te
vaciaste, cómo te entregaste,
como subiste conmigo al
carrousel de la vida.


martes, julio 15, 2014

Demencial





Mi educación sentimental
algo demencial
Mi educación sentimental
tus canciones
mis miedos,
mis miedos pretéritos que
fulminaste
con el veneno de los
besos y la tiranía
de la piel.

Ahora soy la loca
que nada teme.
Que muere por la
boca y el placer.

Ahora soy yo la
maestra
de tu escuela,
de tus errores,
de tus locuras,
de tus reproches.

Aprendí a callar
Aprendí el perfecto
papel.
La musa intocable
La luna sin olor
Pero luego humana
y salvaje,
dominatrix y sumisa
en tus brazos.

El perfecto papel

Tú y yo algo demencial.

Una escuela que descubrió
lo mejor de mi.
Lo peor.
A veces dudo si queda algo
de esa buena chica
que conociste hace algunos
años.
Aquella que te besó en portales,
estaciones de tren. Que paseó
contigo del brazo al otro
lado del mundo.
Extraña pareja.
Demencial pareja.
Qué queda de ti en mi.
Qué queda de mi sin ti.

Tuvo que llegar un guerrero
para devolverme a mi propia
realidad tan intoxicada de la tuya.

Pero el guerrero se confunde.
Necesita la brújula del verbo.
Necesita más piel, más carne
con carne.

A veces le temo pero muchas
veces siento una ternura infinita,
una piedad justificada.
Cómo no estar confundido
¿Quién soy en verdad?
Acaso ni yo misma lo sepa

domingo, julio 13, 2014

Parejas reales



Ralph Fiennes encarnando a Dickens en la película que dirige y protagoniza: "Una mujer invisible"






John y John y Bessette, una pareja para la historia (trágica)


Hay parejas tan hermosas que uno hasta agradece (literariamente hablando) que muriesen jóvenes.   No me malinterpretéis, no soy una coleccionista de cadáveres pero, sin duda, hay historias de amor que superan la barrera del tiempo porque sus cónyuges se fueron juntos y jóvenes. Es el caso de la atractiva pareja que hacían John-John Kennedy y Carolyn Bessette. Esta semana se cumplen 15 años del trágico accidente en avioneta que terminó con la vida de ambos. Quedaron sepultados bajo el agua en la Playa Philbin de Martha’s Vineyard. Cuando los encontraron, paradójicamente, aún llevaban el cinturón de seguridad puesto.

De haber seguido con vida, probablemente, John-John habría completado su estela de rubias, propia de la legendaria y atribulada saga de los Kennedy, y Carolyn  sería una chica divorciada más. Su matrimonio ya entonces se tambaleaba.

Sin embargo, hay otros romances a los que el paso del tiempo hizo grandes. Para ello no fue necesaria la muerte de nadie. Lo único importante en estos casos es el valor de lo extraordinario. Como extraordinaria fue la decisión de Charles Dickens de abandonar diez hijos y esposa en plena época victoriana y en su mayor momento de popularidad. El motivo: una joven actriz, Nelly Ternan, que supo encender la pasión de Dickens hasta casi hacerle perder la cabeza. Pronto podremos ver en las pantallas “La mujer invisible”, película que se adentra en este laberinto, dirigida y protagonizada por Ralph Fiennes y basada en la novela del mismo título, escrita por Claire Tomalin.

La literatura dentro de la literatura enaltece este romance y nos muestra la peculiar personalidad de Dickens, un hombre hecho de la nada, que trabajó como sus niños esclavizados de Oliver Twist en una fábrica de betún.  De enorme vitalidad, pero también capaz de destilar cierta crueldad y dureza, Dickens no fue un autor maldito, todo lo contrario, era una celebritie de la época. Poco le importaron las consecuencias y “el qué dirán” de su decisión de abandonarlo todo por amor. Alguien quiso ver en esta historia la repetición de su relación platónica con su cuñada, que murió por una enfermedad fulminante de la noche a la mañana. Se dice que Dickens perdió la inspiración temporalmente tras este suceso y que llevó hasta su muerte el anillo de Mary. Así que, aquí tenemos de nuevo a la muerte que es la que, en definitiva, convierte en ideales pero también irreales los grandes amores.

Decía Dickens que "el corazón humano es un instrumento de muchas cuerdas; el perfecto conocedor de los hombres las sabe hacer vibrar todas, como un buen músico”. Con los tiempos que corren yo no sé vosotros pero me resulta extraordinario hallar a esos virtuosos de la vida. Los hay, quizá que sí, pero casi siempre sepultados entre toneladas de miedo, cerrazón, angustia y pudor.

Acaso Dickens se quedó enganchado a Mary porque el amor ideal es como un paraíso perdido al que regresar. Pero no olvidemos que era un creador y ese paraíso casi siempre existe sólo en la mente del autor y, como en el enamoramiento, otorga a seres humanos  de carne y hueso, virtudes que no le corresponden ni de lejos. Los escritores nos empeñamos en crear la vida, en inventarla. Como decía Matute, crear es vivir. La realidad nos la fabricamos. Pero no podemos inventar a alguien que ya es. Y es un error pensar que cambiará o querer transformarlo.


En cualquier caso, podemos agarrarnos a eso de la profecía autocumplida, y creer y esperar lo mejor de alguien a quien queremos pero apoyándole en su debilidad.  Quizá esta generosidad sea más valiosa que el amor. Quizá torne lo ideal en fecunda realidad.

domingo, julio 06, 2014

Mamading y otras modas estúpidas



Lo último en algunos locales turísticos de Palma de Mallorca consiste en chupar penes a cambio de barra libre durante una semana. La ceremonia se realiza en público. En medio del bar vemos a una rubia, presumiblemente británica, agachándose a lamer el aparato reproductor de alrededor de una veintena de machos que la sacan al ritmo de la música, copa en mano y riendo y comentando. Ella se afana con celeridad y hasta parece que se divierte.  Mátame camión.

No podemos caer más bajo.  No sólo me parece una vergüenza que un establecimiento público promueva esta tosca forma de mercadeo de la carne. Es que volvemos a lo de siempre. A que la mujer es la miss camiseta mojada, la que sirve de reclamo para llenar el garito del propietario  y  la que acaba sometida bajo la tiranía de 20 tristes pollas y total  ¿Para qué? ¿Alcohol gratis?  La imagen me repugna. Me repugnan ellos, me repugna la chica y me repugna este país que atrae este turismo hooligan y destructivo.

No nos paremos en consideraciones morales, quedémonos en esa tosca visión y en los peligros sanitarios que tiene para la chica ir chupando a diestro y siniestro.  En el video que hemos visto esta semana buena parte del país no distinguimos las caras de ellos, pero la de ella sí, la de ella está clara como el agua. Peor que la prostitución. Porque sí, es posible que ella  lo haga voluntariamente pero desde este lado nunca sabremos cuánto lleva metido para el cuerpo y las consecuencias posteriores que tendrá para la chica aparecer como protagonista de semejante disparate.

Por lo visto, esta moda se extiende a Barcelona y las autoridades del Gobierno Balear y Comunidad Catalana están tomando cartas en el asunto. Mi pregunta es ¿Tan poca imaginación tienen  los responsables de estos locales nocturnos? Porque me da igual que sea el mamading o el cunnilinguimg. La zafiedad es igual de terrible en ambos casos (aunque, por supuesto, ni se contempla tal posibilidad de que sean ellos los que se agachen a chupar aparatos reproductores femeninos). ¿Este es el turismo de calidad que pretendemos atraer? ¿Hordas de humanos que sólo persiguen beber hasta perder la cabeza, tirarse desde el balcón a las piscinas de los hoteles o practicar sexo sin ningún tipo de precaución?

Hace un par de días se abrió un debate en mi muro de Facebook sobre esta moda absurda y soez. No creo que sea nada generacional, ni tampoco  que tenga nada que ver con las llamadas comebolsas que la chupaban a cambio de una papela de cocaína. La degradación del yonqui no se convierte en espectáculo. La chica se podría humillar pero lo hacía en la intimidad.

Lo terrible de esto es que la degradación es un show, una atracción. Los clientes acuden a ver como una tía se rebaja a chupar 20 pollas a cambio de alcohol. La espectacularización del desperdicio. No es Pan y Circus. Es mierda con mierda.

Volviendo al tema turístico, este tipo de clientela es asidua de zonas como Magaluf. Lo sé bien porque una tía mía se dedicó durante años a la hostelería y hace ya 20 me hablaba de lo harta que estaba de toda la escoria de la Tatcher. Así los denominaba ella. Cuando entraba a las habitaciones podía encontrarse de todo: botellas, orines y excrementos desperdigados por la habitación y cuerpos desnudos deslavazados en las moquetas.  Por tanto, esto no es una moda, es una consecuencia y lo de venir a España a hacer locuras está más que institucionalizado. ¿De verdad ese es el turismo que queremos?


ADICTOS





Sergio fumaba mucho. Muchísimo. Se encadenaba a los paquetes de tabaco por no encadenarse a otras mujeres. Hubo una época en que lo hizo y las consecuencias fueron catastróficas. No había opción: si un día retomaba el firme propósito de dejar de fumar automáticamente pensaba en el sexo.  Pensaba en Lola. ¡Qué castigo de Dios conocerla! La odiaba, la temía. Estaba buena pero, por favor, qué peligrosa era. Podía derrumbar lo que tantos años le costó levantar. 

Los adictos se reconocen entre ellos. Se huelen, se atraen se desean. El sexo entre dos adictos es inconcebible para otro ser humano. No importa la edad, la situación sentimental. Se sacan las fuerzas de donde no las hay. Se echan de un manotazo todos los prejuicios. Se enganchan a un cuerpo como un yonqui a esa heroína. Y nada sabe mejor que un polvo salvaje entre dos adictos que se desean y descargan su furia y ansiedad en otro cuerpo. Un regalo para dar y para recibir.

Sergio coincidió con Lola en el ascensor de la empresa. Y eso que siempre bajaba a horas en las que sabía que ella ya habría marchado: “Me ha tocado adelantar un número de la revista de motor. Un rollo, chico”. Él la miraba con el deseo disparado. Lola siempre llevaba escotes, era una copa abierta a la vida. Era tan hermosa y chispeante. Sus ojos hablaban solos. Las manos bailaban a su compás. Sus hombros eran un pecado, una provocación. Cuando casi llegaban a la planta séptima, Sergio no pudo reprimir a sus manos que se posaron sobre la cintura y la cara de Lola. Ella despegó esas manos con suavidad y cariño. “Sergio, Sergio. Tanto te he esperado. Pero hoy ya no”. Ella le mostró un precioso añillo de compromiso.  Un diamante comprado en la 5ª Avenida nada menos. Sí, era de Tiffany’s. Y su prometido, el dueño de un equipo de fútbol, entre otras valiosas posesiones. También era un adicto, como ella, como Sergio. Pero en esta ocasión -- Lola narraba-- ambos se habían enganchado a un amor, primero  juguetón, luego chispeante, luego profundo. “Créeme, Sergio, si alguien me dice a estas alturas de mi vida que me iba a enamorar, me habría estado riendo un mes.Y, sobre todo, si alguien me dice que un millonario guapo, cachas, macizo y divorciado se iba a enamorar de  mi como lo está el pobre Ramón, me hubiese caído de espaldas. Esto ha sido un milagro. Gracias por evitarme todos estos años. Gracias por tantos golpes a mi moral y mi autoestima. Sí, Sergio, Gracias a ti he tenido paciencia para esperar a un hombre de verdad que lo ha dado todo por mi, sin pedirme nada. Al contrario. Por cierto, el mes que viene paso a dirigir tu revista que la ha comprado Ramón porque sabe que me encanta la cultura. Ah, y estás despedido”.

domingo, junio 29, 2014

La Matute o el arte de soñar




Ana María Matute en una imagen de archivo del documental La niña de los cabellos blancos que produjo Julia Otero para la 2


Se nos fue la adorable Ana María Matute. Grandiosa escritora. Tan creadora como personaje. Ella se definía a sí misma como "La Matute". Ella, como los grandes talentos que encontraréis por el mundo, se soñó a sí misma. Elaboró su estrategia, su objetivo, su personaje, su backstory y su futuro. Pero siempre desde la inocencia. Algo que esta sociedad no perdona y mucho menos la España franquista que le tocó vivir.

Me identifico totalmente con sus frases. Con su apuesta por la fantasía; Con su insobornable fe en Dios ("Me parecería una falta de cortesía que Dios no existiera") y, en su caso, en el Gin Tonic. El amigo escritor Manuel Moyano fue a visitarla a su casa cuando fue presidenta del jurado del Premio Setenil y siempre recuerda con una sonrisa las opciones para beber: "¿Queréis té o bourbon?"

Estoy convencida de que la poderosa y creadora energía de Ana María Matute nos dio suerte a todos los que nos implicamos en el ciclo Escritores en su tinta. Fue la segunda invitada y la Biblioteca Salvador García Aguilar parecía la iglesia de la boda de Lolita. No cabía un alma. La gente estaba feliz con los libros de la Matute, atesorados por años en ediciones vetustas; con su gracia, con nuestra falta de comunicación porque olvidó el sonotone, con sus chascarrillos profundos, delirantes, trascendentes de una aplastante sencillez. Esa luz era inigualable.  Ana María, hasta el final, ha sido la eterna inmadura, la niña-adolescente de cabellos blancos.

Confieso que las personas inmaduras me han transformado. Hay que tener el valor para abismarse con ellos y "volar". Algo que se auto prohíbe la mayoría de este país "conlaqueestácayendo". El resultado es una sociedad amuermada ¿Sabéis qué? La vida me ha obligado a ser sensata y lo odio con todas mis fuerzas. Por eso, un día, decidí abandonar el rol de Wendy y rescatar la Campanilla que se esconde en todos nosotros. Probemos a jugar. La vida es un juego, o un teatro como decía Oscar Wilde. Pongámonos el disfraz de cordura y responsabilidad el tiempo que sea estrictamente necesario pero no olvidemos soñar. Sé que me repito, pero esta existencia me ha regalado momentos de indescriptible felicidad gracias a que soñé; incluso gracias a que me soñaron. Soñarnos los unos con los otros es mucho mejor que jodernos los unos a los otros ¿no creéis?

Para vivir hay que tener cojones e inocencia. Parece un binomio inconcebible pero recordemos cuántas lecciones de coraje nos han dado nuestros hijos en más de una ocasión. Cuánto valor tuvo Ana María para divorciarse de un marido abusador con los tiempos que corrían. Porque ella se soñó digna y no permitió que la plomiza y oscura realidad de la posguerra oscureciesen su luz. El precio a pagar fue muy alto pero por eso hoy todos escribimos y hablamos de ella: "Inventaréis citas que jamás pronuncié", bromeaba.

Cuando algún ser querido me recrimina: "madura", o me escucha en silencio mientras niega con la cabeza en plan "no, Lola, no", me aferro más a la ficción. A nuestra ficción. A ese mundo paralelo que primero se sueña y luego te acontece. Porque así es. De ilusión también se vive. Os lo garantizo. La realidad la fabricamos nosotros cada día porque todos somos mágicos. Ana María vive en nosotros, en todos los que tuvimos apenas un reflejo fugaz de su brillo, en todos los que nos hemos quedado perdidos en su bosque de palabras porque, como dijo en vida,  "El triunfo de la sensatez es terrible".

Si te prohíbes soñar, ya estás muerto.

martes, junio 24, 2014

Asesino

Ellos se miran en el espejo
Están de perfil
Ella se nota el pecho
un poco más grande.
Él bromea y
mete la tripa.
Ella piensa que
son la pareja
perfecta.
Él  no sabe lo
que quiere.
Y cuando piensa,
la mata.
Los mata.
Asesina con frialdad
tanta belleza.

domingo, junio 22, 2014

Chus Lampreave en TerritorioG




“Yo soy testiga de Jehová y mi religión me impide mentir. Ya me gustaría a mí mentir, pero eso es lo malo de las testigas, que no podemos. Si no, aquí iba a estar yo”. Diálogos como éste, de la película “Mujeres al borde de un ataque de nervios”, de Pedro Almodóvar, han hecho muy grande a Chus Lampreave (1930) que se convirtió en una de los musas del cine español en las décadas de los ochenta y noventa. Ahora, con 83 años la sección de Murcia en la Onda, #TerritorioG hace un homenaje a la mujer que más ha trabajado para Pedro Almodóvar. Sus frases más relevantes de su larga trayectoria profesional. Aquí tienes el podcast, para que vuelvas a recordar ese momento.

PARA ESCUCHARLO, PINCHA AQUÍ

Este me gusta, me lo como yo




Cada vez que una mujer se masturba, muere un gatito. Este eslogan puritano le dio la idea a Emma Sayle para su floreciente negocio como Sexpreneur y crear la empresa Killig Kittens  (Asesinando gatitos). Una empresa que genera eventos sexuales, orgías en concreto, entre ricos y famosos del más alto nivel mundial. En la actualidad, cuenta nada menos que con 40.000 miembro.

Fue en una orgía en Ibiza cuando Emma pensó que podía darle un cambio a estos fiestones de sexo consentido al que acceden sólo unos pocos privilegiados. En la mayor parte de las orgías que visitó encontró que había muchos más hombres que mujeres, que eran ellos los que tomaban o no la iniciativa; que eran ellos los que se paseaban y miraban o se dejaban hacer.

La mayor parte de estos eventos sexuales son fiestas en las que se invita a una serie de señoritas de pago que ofrecen sus servicios sin hacer preguntas. Aunque en realidad, esto no es una orgía. Es otra cosa. Son las fiestas, por ejemplo, del repulsivo Berluscoñi. En una orgía como dios manda, se supone que hay libertad para tocar y mira; que hay deshibinición por parte de los dos sexos. Esto es la teoría. En la práctica, los viejos roles patriarcales también se meten en las alcobas y en los juegos sexuales de los más atrevidos.

Emma pensó que ya estaba bien y en su club de gatitas --que comenzó siendo un club deportivo donde se refugió en tiempos su compañera de fraternidad Catalina Middleton, tras una de las rupturas con el príncipe Guillermo--  iban a ser ellas las que tomasen la iniciativa. El primer mandamiento es que sólo van parejas. Nada de tíos en solitario. El segundo es que son ellas quienes escogen y ellos los que tienen que acatar la decisión femenina. Emma explica además, también van embarazadas: “algunas con unos enormes bombos”; que no hay limitaciones físicas en ningún sentido.

Esta nueva forma de emponderamiento sexual me parece francamente positiva pero lo sería aún más si escapara de estos círculos exclusivos. Porque ya sabemos qué ocurre en la vieja Europa cuando una mujer es muy proactiva sexualmente, o toma la iniciativa en las relaciones amorosas. No voy a entrar en adjetivos calificativos. Son las mismas mujeres quienes tildan a sus congéneres como busconas, guarrillas, facilonas. Cuántas supuestas amigas califican a otras de putón y añaden “pero la quiero mucho, que conste”.

Todavía siguen vigentes los cánones de nuestras tatarabuelas. Hay que hacerse la dura, esperar que sea él quien vaya a por ti y te persiga. Hay que hacerse la difícil. Y lo peor de todo es que la vieja escuela, es lo que funciona. Si una es franca, abierta, confiesa sus sentimientos, ellos huyen despavoridos, o juegan contigo un tiempo hasta que deciden cortar porque han tenido suficiente.  Cuando las relaciones parten en igualdad de condiciones y de franqueza, nada que objetar pero cuando se entrometen los sentimientos de por medio, uff, quizá las que debiéramos salir huyendo deberíamos ser nosotras.

No hay nada peor que un hombre confundido. Un hombre que quiere sexo, como los demás, pero que disfraza este ansia de un velo de romanticismo. Quizá por ese mismo puritanismo que nos convierte en asesinas de gatitos. Un tul de mentiras para acabar haciendo picadillo los sentimientos ajenos. Nosotras nos confudimos menos. Esa es la verdad. Al pan, pan

Chicas, os animo a jugar al Chimo Bayo este verano pero sin dejarse caer en el rollo del amor. Ya sabéis: “este sí, este no, este me gusta, me lo como yo”.

domingo, junio 15, 2014

La teta y su misterio





Esta semana Rihanna ha pedido libertad para el pezón, más cabreada que una mona porque Instangram decidió cerrar su cuenta dada la procacidad de algunas de sus fotos. Así que creó el hastagh '#FreeTheNipple', reivindicando el derecho de las mujeres a mostrar su anatomía. No contenta con eso,  apareció en una gala de moda de Nueva York con un "no vestido", repleto de cristales de Swarovski, que transparentaba pezón, aureola y mama. El pack completo.

"¿Qué os pasa a los hombres con la desnudez, especialmente con los pechos?".  Esta es la pregunta que le hace la estrella Anna Scott a su partenaire, y hasta ese momento, fan, William Thucker tras pasar su primera noche de amor en la película Notting Hill. Un interrogante de lo más común. En más de una ocasión nos resulta llamativo la atención desmesurada sobre escotes y esas protuberancias que todas tenemos en el frontis de nuestro cuerpo. Está claro que el análisis de la valoración estética femenina hay dos elementos fundamentales:  culo  y los pechos.  Y tiene su lógica: ¿Qué son los pechos si no unos cachetes en miniatura? Ahora ampliaremos este particular.

Creo que todas hemos vivido idéntica escena: la contemplación extasiada de nuestros pechos por parte de nuestras parejas y el juego posterior; la manipulación entre curiosa, divertida y, por supuesto lujuriosa, como si fueran pelotas de ping-pong, melocotones, mandarinas o melones (depende del tamaño).  Igual que niños con sus juguetes. Cierto que el pecho tiene que ver mucho con la infancia. Nos lo recordó Fellini en "Amarcord". O Bigas Luna en "La teta y la luna". Algún seguidor mío de Facebook apuntaba que es imposible olvidar que fueron fuente de alimentación materna. Otro amigo, Emilio, exponía con naturalidad que: "es genética y naturaleza. A vosotras os hicieron con dos pechos y a nosotros con dos manos ¿Casualidad? No lo creo".  Pero, Emilio, resulta que nosotras también tenemos dos manos.

Hay muchas teorías del por qué de la fascinación de tetas y culo por parte de los hombres. Alguien me apuntó que es la misma que sentimos nosotras por bolsos y zapatos. Y luego está el instinto claro. Hace 4.000 años los grandes pechos eran símbolo de abundancia para nuestra prole ¿Pero sirve de algo ese punto de vista exclusivamente nutricional? Sobre todo si tenemos en cuenta que los pechos hoy son objeto de cirugías y wonderbras y que la estética, la redondez, la esfera perfecta se imponen por encima del poder alimenticio del pecho. Y eso sin entrar en pezones.

La explicación de tal obnubilación está clara. La ofrece Desmond Morris en "El mono desnudo", un libro recomendado mil y una veces por el profesor Egea Marcos y por mi amigo Antonio Rentero. La cosa es muy simple. Cuando éramos monos, la cópula se hacía desde atrás. La hembra atraía al macho exhibiendo las nalgas hemisféricas y parte de la vulva. Con la evolución, el acoplamiento macho-hembra se realiza de forma habitual frontalmente. Los pechos equivalen a las nalgas y la boca a la vulva. Curiosamente, tanto pechos, como vulva y labios se hinchan, se agrandan con la excitación. Los pezones se ponen erectos, se oscurecen ligeramente, al igual que la vulva. Y, atención, el pecho aumenta de tamaño.  No es cuestión de ir con la cinta métrica pero tras el orgasmo femenino los senos aumentan hasta un 25%.

Al placer de satisfacer a tu hembra se une el regocijo de contemplar ese pecho turgente y suave, pezón incluido. Quizá a la explicación de Morris tengamos que añadir esta otra. El pecho relajado, distendido, feliz como premio tras un encuentro sexual satisfactorio.


sábado, junio 14, 2014

Su nombre





Pensó que pasar página sería más sencillo. Pero por las mañanas, por las noches, en el silencio de su despacho. Entre su teclado y los bip de su móvil sólo retumbaba su nombre. Y es cierto que le costó al principio pronunciarlo en voz alta. Siempre sintió cierta resistencia a que le invadieran el corazón. El no llamarla por su nombre le protegía. 
Ahora que lo pensaba mejor, resultaba un poco miserable comenzar una relación y negarle la posibilidad. Ponerle plazos, obviar su nombre.

Se sentía miserable porque no había dado ni una oportunidad a que la semilla germinase. Es más fácil arrancar de cuajo la raíz. Menos trabajo, menos para regar.

Y él que no lloraba, él que tenía el corazón de piedra optaba por el silencio . Y ella seguía con su vida ¿Cómo podía? Él se sentía incapaz de escribir tres párrafos seguidos. La culpabilidad le podía. Sus últimas palabras: "Si desprecias este regalo es posible que sí, que acabes sólo. Eso que tanto temes".

Y ella no quería dejar ni un resquicio a la esperanza que viene a poner paños calientes ahí donde más duele. No quería su consuelo, no quería sus palabras vacías. Quería un poco de coraje. Eso es todo. Coraje e implicación para vivir la propia vida, lo que uno desea y ansía. 

Él incluso pretendía inmolarse por los demás. Una vida desgraciada y mártir. Pero no se daba cuenta que su infelicidad contaminaría a todos quienes importaba. A todos y cada uno.
Si te anulas por los demás ya no eres nada, ya no sabes de dónde vienes, a dónde vas, qué coño quieres de la vida. Y tu nebulosa infantil e insatisfecha tizna vidas ajenas. Vidas que antes de tropezarse contigo eran límpias, cristalinas. Vidas engarzadas en su eje.
Te vas como un ladrón, dejando todo hecho unos zorros y no tienes el valor de preocuparte por aquellos a quienes metiste en tu madeja. O que se metieron contigo por amor. 

Sí, te sentías un miserable, un infantil, un egoísta. Un niño enfurruñado que rompe castillos de arena ajenos porque sí. Porque la rabia te puede y no la empleas en enderezar tu propio castillo, sino en joder al resto.

Es lógico que te sientas una mierda por más que la generosidad de ella te diga que no, que puedes ser divino. Que a veces lo eres.


domingo, junio 08, 2014

The Hole (De ratas y humanos)




Los influencers con los artistas :)


Quequé


 Pony loco y Antonio Rentero

Donet



La vida es un agujero, un hoyo, un guá. Llegamos al mundo por una cavidad estrecha. Nos largamos tras atravesar un túnel según las leyendas post-mortem. Quizá, tal y como explicaba Enersto Sábato, la existencia nos lleva en planos paralelos. En muchos casos sin tocarnos. Con lo bueno que es tocarse

La vida es un Cabaret, dice la canción. Y también es cierto. Me gusta este género porque implica arte y mundo. Porque hay trasiego de emociones. Porque el artista se restriega con el público. Porque no se deja títere con cabeza. El otro día, presenciando el espectáculo The Hole, encontré innumerables metáforas.

Donet, un saltador de trampolín cubano que ahora se sube a las cuerdas sin red, éramos nosotros. Los que ansiamos volar. Los que ya hemos perdido el miedo. El pony loco, con la castañuela tapando sus partes, es la pasión desenfrenada de la que no se libra nadie.  Porque hay que estar algo loco para soportar la vida. El anfitrión, en este caso Quequé, es un cínico. El personaje que llevamos también dentro tras sobrepasar cierta barrera mental y añosa. Su amor por la rata, María del Mar, es el aferrarse a historias imposibles para no sucumbir al fantasma de la soledad.

The Hole se convirtió esa noche en una metáfora del mundo. Había parejas de mediana edad sentadas en mesas con algo de cena. Parejas aburridas en su mayoría. Desde el anfiteatro donde nos colocaron a los influencers, podías contemplar escenas curiosas. Había señoras mayores que reían como si no existiera mañana. Descocadas por encima de sus posibilidades. Daba gusto verlas. Había señoras que apestillaban a sus maridos sin compasión todo el tiempo que duró el espectáculo. Un amigo mío llamaba a eso hacer la pinza. Había señores que esperaban muchas más teticas. Había algún valiente que enseñó el culo.
Personalmente, me identifiqué con la rata Maria del Mar. Más que nada, por la relación tan peregrina que mantenía con un humano. Por la fe insobornable de  Maria del Mar en el amor. Está segura de que si nos dejásemos los túneles, si rompiésemos la barrera invisible que nos protege, todos podríamos alcanzar cierto grado de felicidad. Maria del Mar hace apología del amor. Y yo también. Creo que el auténtico, el irrepetible, el fetén, a veces aparece en los momentos más inoportunos y complicados. Sólo una rata que ha vivido en las alcantarillas sabe reconocer lo bueno cuando lo ve. Otra gente, vive cegada por las lentejuelas y los oropeles. Y se pierden.

Además, el miedo de otras personas me ha hecho sentirme, sí, una rata. Gris, mugrienta, detestable, aborrecible. Sé que es una proyección. Todos los manuales de psicología lo explican: los reproches que suelen hacerte los otros parten en realidad de sí mismos. Qué bonito es tener un chivo expiatorio para volcarle encima todas tus debilidades y frustraciones. Toda tu crueldad. Cuanta más bondad demuestras, más fácil es atacarte. Porque nunca se meterían con un cocodrilo, no. Ni con un hipopótamo, no. Una rata es más accesible, más pequeña e indefensa. Y, total, es una rata. A nadie la va a importar un bledo lo que pase con ella.

Lo malo de ser rata una vez, es que no se te olvida. Y aunque vueles sobre un trapecio y el público te aplauda, tu interior ratonil siempre sospecha e ironiza sobre tu éxito.

En este agujero que es la vida habría que extirpar las meninges a todos que nos hacen sentirnos como ratas. Porque por más que la vida te sonría, tu pasado de rata te estigmatiza para siempre.

sábado, junio 07, 2014

#TerritorioG dedicado a los guapazos



Fassbender




Matt Bomer


Zac Efron


 Kortajarena



Jackman


 Paul Newman

Uno de los podcast más descargado de la web de Onda Cero Murcia en los últimos meses es este que dedicamos a los GUAPAZOS. Para ello contamos con Lidia Calero, una de las creadoras de cuenta de Twitter @guapazos_  y con la gran @Missforty. Para escuchar el podcast, pincha aquí

#TerritorioG dedicado al postfranquismo con Nativel Preciado



Esta semana hemos tenido un #TerritorioG dedicado al postfranquismo muy nostálico, con músicas que traen recuerdos a todos los que tenemos entre 40 y 50 años. Además, hemos tenido la suerte de contar para ello con la gran Nativel Preciado, cuya última novela se ambienta precisamente en esa época y está a punto de ver la luz. Se titula "Canta sólo para mi". Ya estamos deseando leerla.
No te pierdas este estupendo #TerritorioG. Creo que uno de los mejores del año.
Para escucharlo pincha aquí

viernes, junio 06, 2014

Tu peso



Me gusta sentir tu peso. Te lo dije. Ese after love que disfrutamos entre carcajadas, tú sobre mi, fue de las cosas más bonitas que permanecerán en mi recuerdo. No te conté que me vino a la mente la imagen de mi hijo con cuatro años, que se dormía así, sobre mi pecho, escuchándome cantar María, María de West Side Story. Cuando terminaba el estribillo, levantaba la cabeza y me pedía: ¡ottta vess!

Creo que nuestras últimas risas fueron tan bellas como los besos. Que no hay dulzura semejante a esos momentos. Qué final tan abrupto e insospechado. Es como matar a un recién nacido.
Quedan tantas cosas por decir. Por hacer.
Desprecias el milagro, Herodes del amor.
Tampoco te conté la terrible pesadilla. Ví morir a mi hijo. Era mucho más pequeño. Pero mi hijo era un símbolo. Éramos nosotros.

Me gustaba sentir tu peso, tus risas. Escucharte decir lo feliz que eras conmigo en esos momentos. Las interminables despedidas.

Cómo puedes ser tan cruel. Tan frio. No tienes alma, no.

domingo, junio 01, 2014

Sexo imaginario






Mi amiga Valèrie Tasso sostiene que siempre que hablemos de sexo, pensemos, escribamos de sexo es como si estuviéramos haciendo sexo. Algunos de mis seguidores de Facebook difieren de esa opinión. Yo les invito a conocer a Henry Miller o Anais Nin. Recuerdo con pavor mi primera excitación instantánea, en plena calle, mientras leía uno de los cuentos del libro "Pájaros de fuego". Casi como un Síndrome de Stendhal, tuve que pararme, sentarme y tomar aire. El corazón latía a mil por hora y sentí una turbación brutal, casi violenta. Apenas tenía 14 años pero la curiosidad y el destino me llevaron aquel día a perderme entre aquellas páginas. Así que, mi primera relación sexual fue con un libro. Creo tanto en el poder de las palabras y de la mente que, sin duda, aparte de la química y los flechazos, los considero columnas fundamentales de la seducción.

El ejemplo más claro lo tenemos en Cyrano de Bergérac: "No necesitáis ojos para oír mi corazón".  Si alguien te seduce con palabras, cuidado, puedes caer para siempre en sus redes. A veces sucede a la inversa. El enamorado se eleva y palabras mágicas, nunca antes dichas ni pensadas, salen de su boca.
Con palabras o sin ellas, todos, absolutamente todos hemos fantaseado en alguna ocasión con cierta persona que nos atraía. A veces, la realidad supera con creces la ficción. Felicidades. Lo más común es que suceda al contrario. Barbra Streisand le dice a Pierce Brosnan en "El amor tiene dos caras": "te confieso que siempre has sido el hombre de mis sueños --y añade-- Eras mejor en mis sueños".

Al igual que los viajes que planeamos y que nunca haremos. Al igual que esa cita que quedó pendiente por un infortunio del destino (Sueno melodramática, qué se le va a hacer) El sexo soñado, también es sexo vivido. Incluso sentido. Exactamente igual que nos sucede con la literatura. Las lágrimas derramadas leyendo Los Miserables tienen para mi tanto valor como las que provoca una emoción real, qué se yo, un reencuentro anhelado por mucho tiempo (esos abrazos que vemos en los aeropuertos de Love Actually). Si nos adentramos en la música, podemos perdernos en un  bosque de emociones inabarcable ¿Por qué habrían de tener menos valor esa sensaciones que las que nos pueden sobrevenir un día cualquiera andando por la calle de nuestra ciudad?

Eusebio Poncela en Martín Hache habla de follarse a las mentes: "Me atrae un cuerpo cuando hay una mente que vale la pena admirar, conocer, poseer, dominar". Y cuántas veces hemos escuchado esa frase de que el principal órgano sexual es el cerebro. Yo digo que no, que no lo es, pero sin duda, influye poderosamente en los mecanismos de seducción y los grandes seductores suelen tener una cabeza bien amueblada. Algunos, incluso, toda una cosmogonia particular, un mundo interior tan rico como una galaxia infinita. Para los curiosos, estos son los ejemplares más atractivos del universo. Porque son inabarcables, porque no sólo nos completan, si no que nos llenan, nos revolucionan.  Les puede acompañar un físico imponente o uno normalito pero su fuego interior les hará transformarse, evolucionar, mejorar. En definitiva, una persona inteligente acabará definiendo su exterior desde dentro. Conozco ejemplos asombrosos.

El sexo imaginario puede ser rico, completo, orgásmico, mágico pero, sobre todo, el sexo imaginario es el primer paso para que el sexo real funcione. Primero hay que soñarlo. Es de necios desdeñar los sueños porque son los cimientos de la vida y porque una relación sin fantasía es como hacer una tabla de Pilates.