
Finlandia
Paramount me dio con la parapuerta en las paranarices
La nena, en Rodeo Drive, dejando a cuadros con mi pose a un polite and well dressed executive
Mis valientes. Ayer fue un día terrible…el de hoy ha sido peor. Quizá la combinación de Jet Lag, desorientación y abrumadora soledad…Que sí, que, habitualmente, al cabo del día suelo pasar muchas horas sola, pero sin estar sola. Me explico. Hablo con muchísima gente por teléfono…Así que, este silencio atronador entre los grandes bloques de edificios y estas zonas tan separadas las unas de las otras, tan bonitas y asépticas (hasta los cementerios son asépticos y hermosos mis valientes) me hacen sentir una sensación de absoluta soledad. No está mal de vez en cuando…pero quizá no esté acostumbrada a ello.
El gran problema que tengo en L.A. es que con el maldito jet lag, no consigo levantarme pronto, que necesitaría un coche y es carísimo, y un taxi también y, para colmo, la Visa no me permite pagar en algunos sitios…y no sé porqué. Una pena.
Ah, y todo cierra a las 17.00 horas.
A lo que iba. Primer día que intento ir a Paramount Pictures pero es imposible porque está lleno cuando llego. Me quedo en la Avenida Melrose más tirada que una colilla, haciendo fotos a las supercasas. En esa Avenida (bueno, a la altura de la Paramount) no hay un alma. Todo ideal de la muerte pero sólo ves jardineros, oyes el corta césped, hueles a hierba maravillosa (a la del césped, no seáis mal pensados…) pero de lo demás nada.
El guarda de seguridad, también hijo de latinos, muy amable y me dice ¿Quiere que le pida un taxi? Pues ¿cómo? ¿si me he gastado toda la pasta prevista para taxis en llegar a la nada?
Total, que ahí voy yo con mis wonders lista para andar lo que haga falta y cuando llevo hora y media andando encuentro un lugar medio público. Les pido por favor si me pueden pedir un taxi. Aquí no es como NY y Sarah Jessicah…No hijos. Aquí al taxi hay que llamarlo, hay que esperarle pacientemente y luego soltarle una pasta gansa. Si tienes la suerte de que parar alguno…eso no es suerte. Es simplemente un milagro. Es verdad lo que decían los presuntos: “Hay ángeles entre nosotros”…A mi se me aparecen de cuando en cuando en forma de taxi.
Sigo con la odisea. En el sitio medio público conozco a Bonnie Feldman, una coordinadora de servicios sociales del Chabad Residential Treatment Center, un centro con el patronazgo de una fundación judía para la rehabilitación de hombres drogodendientes. Toma castaña. Pero Bonnie y su ayudante fueron la mar de encantadores. Mientras esperé casi una hora a que llegase el taxi estuvimos hablando de lo divino y de lo humano. Bueno, yo torturando al personal con mi awful english….en fin, al final, at the end, un taxi me condujo a Beverly Hills y me cobró casi 20 euros, y renegando porque le pagué con VISA y si no avisas tienen que hacer un procedimiento del año de la polca…¿Os acordáis de esas chequeras con papel carbón de los 80? Pues ese invento llevaba el muchacho en el taxi.
Me adentro en el Paley Media Center imaginando que me voy a encontrar algo interesantísimo..Un museo de la tele…y no, Es un archivo de documentos televisivos de todos los tiempos y de todos los países del mundo. Al menos eso es lo que pretenden, claro, tal y como me comentó Martín Gostanian.
La sede central está en NY. Ellos tienen las copias de todo.
No os puedo describir con palabras lo majo que fue Martin y lo que mola encontrarse con alguien tan entusiasta de las series de TV como la nena…y como estuvimos filosofando sobre los medios.
Hablamos por los codos…Lo malo es que él hablaba muy deprisa y a veces me perdía algo.
Varias conclusiones tras la charla con Martin:
Por un lado, algo evidente. El mundo de la televisión está cambiando. Puede ser bueno y puede ser malo, pero lo que está claro es que al final será el consumidor final el que tendrá la última palabra. El hecho de que exista la difusión por la red está permitiendo que pequeñas producciones puedan llegar a todo el mundo. Que producciones de bajo presupuesto e independientes de las grandes cadenas de TV y distribución están arrasando gracias a Internet.
Eso está ocurriendo con una serie que Martin me comentó, titulada “Hell’s Kitchen” y “Kitchen nighmares”. Lo podéis descargar de una página que Martin me recomendó (creo que judio, con grandes, grandes orejas y esa dentadura extraña que provoca que la gente hable como Rajoy). La página web es www.hulu.com
Ya sabéis mis valientes.
Ah, por supuesto, le he prometido enviarle unas copias en HD del Black Coffee…y, amados colaboradores, estaremos en el Paley Media Center de NY como fósiles audiovisuales a los que llegará por casualidad alguna estudiante de audiovisual y no gastará mas de tres minutos con nosotros. Soy muy realista. Qué queréis que os diga.
En el Paley hay una colección de grabados muy modernos y originales de estrellas de la tele y de la música del siglo XX y un gigantesco cine donde cada día ponen series. Este mes, creo, homenajeaban a Carol Burnett.
Después, una de mis paradas más importantes: El Beverly Wilshire, donde espero poder encontrarme con Jennifer Cooke…alguien muy especial, por lo que sus subordinados hablan de ella: que si charming, que si she knows every details about the hotel. Vamos, que estoy deseando conocerla…si es que al final se deja…que el primer contacto aquí es muy fácil, pero el segundo no tanto.
Por cierto, le comenté a Paul (el jefe de conserjes) lo de las historias de amor en los hoteles y lo de Pretty Woman. Todo emocionado me contó que una mujer al entrar al lobby lloró y todo…pero yo, con mi intragable honestidad le dije que no era pa tanto…la peli, quiero decir… Al pobre lo dejé más chafao que una hamburguer.
Paul –super amable, well dressin— le pidió a Alisha –super guapa, súper delgada, súper charming, súper todo, y muy parecida a Natalie Portman— me diese una vueltecilla por el hotel. Y lo hizo. Fotos en el Spa, en los ascensores, en el magnífico Lobby. Pero la foto salió borrosa. Una pena.
Rodeo Drive me encantó, sólo la parte que imita a algo romano. El resto, sí, está muy bien, pero veo las avenidas tan desiertas, tan enormes…las tiendas tan lujosas. Nadie anda en Los Ángeles. Y es una pena, porque es una ciudad preciosa para pasear. Por desgracia todo es tan superficial, todos enseñan sus coches, sus casas, sus manifestaciones de poder y riqueza. Todo es tan perfecto, tan francamente falso, que quizá por eso es uno de los lugares donde más se suicida la gente de todo el mundo. La gente que se siente sola en una tierra donde nadie es extranjero, o donde quizá todos los son.
Segunda parte de la odisea. Coger el segundo autobús del día. Llego al Downtown, otra ciudad dentro de L.A. Puro centro de negocios. Me recordaba a Manhattan…pero, ¡ah!, pasaban de las seis de la tarde. Un frío de narices. Un día con viento como pocos he visto en mi vida. También en el lujoso Beverly Hills se le volaban los sombreros de Dolce and Gabbana a los niños pijos de la zona.
After six, in Downtown. Viejos edificios Art Decó y la pobreza de L.A en sus calles. Y las tiendas de chinos, esos bajos que vemos aquí abiertos. No glamour or details, sólo ropas colgando de sus perchas volando como en una peli de Tim Burton por el huracán de la tarde. Un armenio quería venderme una cacheta por 55 dólares. Sí, sí, qué simpático, qué encantador el Armenio. Le ví los colmillos retorcidos a kilómetros de distancia. El tío quería venderme una cutre chaqueta de hombre por 55 pavos..Sí, claro, estaba congelada, con mi top palabra de honor, mi chaleco y una pañoletita humilde y, además, nunca en mi vida he sentido miedo por llevar un reloj Guess hasta ese momento (mi regalo del día de la madre por anticipado).
Por fin di con la parada adecuada para subir a West Hollywood. Y eso que Juan (el conductor), un emigrado de Tijuana cuando tenía cinco años se portó de mondo encantador como todos los latinos que descubren que eres española, e intentó explicarme todo correcto. Pero chicos, soy el desastre de la orientación personificado.
Parecía que iba en la dirección correcta, pero todo empezó a dejar de sonarme. Los sudores de la muerte. Me acojoné tanto que llamé a España a un amigo que había vivido aquí para que me dijese algo…pero, nada, al final leí la palabras mágicas: VINE. Por esa zona me había estado yo una mañana entera…Vale, guay, me bajo. Frío, viento, ni un alma. Sólo mendigos, borrachos. Pero a lo lejos vislumbraba el reino de Oz que es Los Ángeles de noche (sólo en los lugares donde la gente se puede gastar pasta, en los demás, como Viena, mis valientes)
Cruzo a Hollywood Boulevard y encuentro una escuela de cine…¡Abierta después de las 20,00 horas! The Angeles Film School. El sitio donde me gustaría pasar una temporada si no fuesa tan vieja, si no tuviera mil obligaciones. Si nos pudiésemos trasladar una temporada toda la familia aquí…Sería algo muy grande. Y creo que hasta seríamos muy felices. Film+ Games+Animation y un año de práctica y mejora del inglés harían de mi una profesional con un perfil muy distinto.
Me pidieron un taxi pero, antes de eso, el milagro. El milagro…apareció uno por arte de magia. Y no creo que sea casualidad que llevase un rosario colgando…Un taxista la mar de majo. Hasta él sabía de la catastrófica situación económica de España. Y por fin en el hotel, sana y salva. Ducha caliente, albornoz y capítulo de Medium, casi, casi como en casa.
Tocador del Chinese Theatre donde se han empolvado la nariz todas, absolutamente todas las grandes estrellas de Hollywood.
Amados míos. Llamadme egoísta, pero he redescubierto el inmenso placer de viajar sola. Voy donde quiero, cuando quiero ¿Que me gusta una calle? Me paro, ¿Qué me apetece un smoothie? Pues me lo tomo ¿Qué me apetece hacerme la manicura? Pues me meto en un establecimiento humilde a más no poder regentado por una par de asiáticas, me sientan en una silla con masaje y jacuzzi de pies y, hala, que por 25 pavos me lo hacen todo. Una de ellas se llama Jennifer, tenían una foto de su padre presidiendo el negocio. También he descubierto que soy una fresca y que no se me cae la cara de vergüenza de torturar a mis queridos angelinos con mi nefasto inglés (de vez en cuando arranco, pero, ay, cuando no, es pa morirse) y que me hago amiga de todo el mundo. De Darcy, de Juan, uno de los conserjes responsables del Roosevelt (es centro americano y ha ejercido conmigo la sobrada solidaridad entre hispanos, que los españoles olvidamos a menudo practicar); me ha enseñado y fotografiado en varias estancias. Entre ellas, las escaleras donde Shirley Temple aprendió a bailar o la habitación donde se alojaba habitualmente Marilyn. También, de paso, claro me ha preguntado que qué hacía estos días, ejem…le he dicho que eso, que very busy, que married etc, etc. Lo cual es verdad. Pero Juan, que así se llamaba el tipo, tenía cara de buena, buena gente.
Con Darcy tuve la suerte de un pase privado por el Chinese Theatre. Conectamos de inmediato…la gente prefiere la horterada del Madame Tusseaud…pero vamos, yo ahí no me gasto ni un cuarto de dólar.
Primera parada. He cogido un taxi hasta llegar al Chinese Theater. Me ha llevado hasta allí un taxista armenio (como casi todos de la compañía azul, llamado Robert)
Ahí he conocido a una chica majísima llamada Darcy. No os lo vais a creer, pero he sido su única cliente. He tenido un pase absolutamente privado, tranquilo, con fotos, con todo lujo de detalles, con el entusiasmo y el calor de Darcy, a la que le encanta el cine y Rita Hayworth y “Cantando bajo la lluvia”.
¿Qué deciros de esa maravilla, misterio y fantasía que es el Chinese Theatre creado por Sid Grauman en 1927? Todo lo que pueda relataros se queda corto. Encima no había visitantes plastas…todo el teatro para mi sola. Increíble. Me da, que los nostálgicos como yo somos, cada vez má, minoría.
El Chinese Theatre fue restaurado, antes las butacas llegaban casi hasta la puerta de lo que ahora es el hall y pretendía ofrecer a la gente un mundo de fantasía y hermosura en la época de la gran depresión. Había el mundo real, y luego el cine, la fantasía…
Este teatro ha aparecido en muchas películas como, por ejemplo “Cantando bajo la lluvia” ¿Os acordáis de la escena de la premiére? ¿Y de cuando Debbie Reynolds cantaba detrás de la cortina para que no se notase al chirriosa voz de Lina Lamont?
Todo eso se rodó allí.
Imaginaos las fotos del tocador donde todas, todas las grandes estrellas se han empolvado la nariz. Os juro que se me pusieron los vellos de punta…y así estuve largo tiempo. Ya sabéis que soy algo bruja y noté muchas cosas por el mágico y misterioso pasillo del Chinese Theatre, en medio de su patio de butacas y, sobre todo, sobre todo, en el tocador. Algo magnífico, subyugante. Tengo que arreglar muchas de las fotos. He subido las que se ven más o menos bien.
La tercera parada fue el Hollywood Museum. Una tipa estirada pero simpática (como queriéndome decir, uy, una pardilla a la que le vamos a soplar 15 euros por que es nostálgica como una tonta) me atendió bien. ..Pero chicos, estos negocios están de capa caída. Cuando le pregunté cuanta gente visitaba a la semana este lugar me salió por peteneras. Lo peor. La muy perra no me dejó hacer una sola foto y me siguió por todas partes para asegurarse. Lo mejor. La gran cantidad de fotos muy originales de Marilyn. Una con Joe di Maggio en la que saca la lengua, otra metida en la cama sonriendo como una chiquilla, que es lo que era Marilyn hasta el final de sus días.
Más cosas interesantes. Los trajes de películas muy antiguas (Greta Garbo, Mary Pickford, Mae West, Dorys Day, John Barrymore) Un apartado muy especial a Bob Hope y otro actor cuyo nombre no recuerdo, mis valientes.
La borde me recomendó un lugar muy curioso pero, comos si fuera una pieza fantasma, hermoso, iluminado y vacío…como los museos y los lugares donde reposan los recuerdos de la época más gloriosa del cine